Barcelona, España; 30 de mayo de 2021.- El nuevo reto para el mundo, aún con la luz de esperanza que significan las vacunas para combatir al Covid-19, es evitar que cientos de miles de dosis ya fabricadas acaben destruidas porque caduquen antes de administrarse.
Esa es la situación que atraviesan países de situaciones económicas muy opuestas, como Canadá, Malaui y Sudán del Sur.
El Gobierno federal de Canadá ha instado esta semana a sus provincias a “impedir el desperdicio” de miles de dosis de AstraZeneca que expiran en estos días. El rechazo a esta vacuna y el paréntesis de su uso en marzo tras la detección de los primeros casos de trombos están detrás del problema.
En África, con las menores coberturas del planeta en el tema de vacunas, Malaui ha tenido que destruir 20 mil dosis y Sudán del Sur, otras 59 mil. Llegaron a su fecha de caducidad el 13 de abril sin que los débiles sistemas sanitarios de ambos países fueran capaces de administrarlas.
En los dos casos, las dosis, fabricadas por el Instituto Serum de la India, con licencia también de AstraZeneca, habían sido reenviadas semanas antes desde Sudáfrica, que a su vez había dejado de utilizarlas por considerar que eran menos efectivas frente a la variante que azota el país.
A pesar de ser países con realidades muy distintas, los expertos atribuyen este problema a una causa común.
Los países ricos han aplicado una política de seguridad con la compra masiva de dosis, varias veces por encima de sus necesidades, y la idea de reenviar luego lo que no necesitaran. Pero es un sistema que tiene mil problemas logísticos y grandes riesgos”, explica Guillem López-Casasnovas, director del Centro de Investigación en Economía y Salud de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.
Canadá es el país que más dosis ha contratado respecto a su población: más de 400 millones para 37 millones de ciudadanos. Y aunque no ha llegado todavía al punto de que le sobren vacunas, las expectativas de los ciudadanos de recibir las percibidas como más seguras han disparado los recelos hacia AstraZeneca.
Hong Kong, que también ha adquirido dosis para inmunizar varias veces a sus 7.5 millones de habitantes, se enfrenta al reto de administrar millones de unidades de Pfizer-BioNTech en los próximos tres meses, antes de que caduquen.
En el otro extremo, los expertos lamentan que este acaparamiento ha dejado a los países más pobres al final, con muy pocas vacunas y sin margen para planificar ni preparar a sus sistemas sanitarios para aplicarlas antes de su fecha de caducidad.
Es posible completar con éxito campañas de vacunación masiva en África. Nosotros lo hacemos desde hace años, pero es algo que requiere planificación. No se trata de donar las vacunas y ya está. Su personal sanitario ya está trabajando en los hospitales y no puede ser cambiado de posición de un día para otro”, indica Dimitri Eynikel, miembro de la oficina europea de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Bruselas.
El Consejo General de la Organización Mundial de Comercio (OMC) tiene previsto debatir el 8 y 9 de junio la iniciativa encabezada por India y Sudáfrica, patrocinada por más de 60 países, de liberar las patentes sobre las vacunas y otros productos sanitarios necesarios para hacer frente a la pandemia. Es un intento de incrementar una producción mundial aún insuficiente, pero que en cualquier caso crecerá de forma muy notable en los próximos meses, según las previsiones y los acuerdos de la industria farmacéutica.
Por ahora, los países de la UE han firmado dos acuerdos relevantes para ceder vacunas a terceros países: Francia donó 100 mil dosis a Mauritania a finales de abril, y Austria canalizó la donación de otras 650 mil a varios países de los Balcanes. España, por su parte, se ha comprometido a donar antes de que acabe el año 7.5 millones de vacunas a Latinoamérica.
Con información de (AMX Noticias)